“algo más que un musical”, una intención que obtuvo su respuesta con una ovación en pie después de cada representación. Berlín, años 30 y, en el centro, el Kit Kat Club para seducir a un público diverso con ganas de abstraerse de una realidad cada vez más oscura que comienza a asistir, al principio con incredulidad y finalmente con terror, al auge del nazismo.
Manzano se vuelve omnipresente durante la función como un excéntrico maestro de ceremonias que incita al baile, a la ambición desmedida y a la provocación en cada número, al tiempo que encarna el espíritu de discriminación a los judíos que va cobrando forma a medida que avanza la trama.